top of page
Buscar

"El nombre del juego" o "Ximena contra el retiro de 49 días"

Actualizado: 7 may 2024



ree

Mientras me siento ahí, un pequeño pensamiento neurótico aparece en mi mente. ¿Retiro de meditación de 49 días? Más bien “Retiro de día 1,2,3,4...21,22 y 27 días más hasta que pueda volver a comer pizza”.

Cuando elegí unirme a este retiro veía la experiencia como algo completo y nunca consideré que en realidad significaría estar ahí, día tras día, viviendo el proceso, por lo cual en ocasiones una cierta frustración aparecía, una sensación de que nada estaba sucediendo más que la espera de los días por aún vivir.


El nombre del juego es “Pregúntate a ti mismo ¿Quién soy yo?” Y hago mi mejor esfuerzo para jugarlo, después de todo estoy aquí por mi propio gusto y voluntad, en otras palabras, hasta pagué por esto.

Pero más fácil y mucho más atractivo es el otro juego, el que he estado jugando por la mayoría de mi vida, aquel juego con el cual la mayoría de nosotros estamos secretamente obsesionados, el juego llamado “Sigue ese pensamiento”.

La realidad es que ha pasado tanto tiempo desde que comencé a jugar ese juego, que parece jugarse solo, pero cuando no es así, los pensamientos, quienes han estado entrenando para esto la vida entera, cambian cuantas veces sea necesario siempre y cuando mi atención, consciente o inconsciente, se mantenga con ellos. A veces los pensamientos dicen, “Vete a acostar a la hamaca”, otras veces se convierten en grandes historias acerca de todos los novios que tendré después de esta experiencia, acerca de todos los novios que no he tenido, o sobre lo que debería hacer una vez que este retiro termine.

Realmente soy tan buena en el juego de los pensamientos que a menudo me olvido que el juego “¿Quién soy yo?” siquiera existe. En toda honestidad, ¿Cuál es el atractivo de ese juego? ¿Por qué sentarme en meditación silenciosa haciendo esta pregunta que la mayoría de las veces no puedo siguiera comprender, en vez de acostarme en la hamaca a hacer un comentario mental de todas las personas en mi vida? Simplemente no tiene sentido, o al menos no en mi mente, y definitivamente no la mayoría del tiempo.

Sin embargo, aquí estoy, de manera voluntaria, con el corazón puesto en este proceso, porque a pesar de todo, realmente quiero saber quién soy.


Debe de ser alrededor del día 25, y me he estado dedicando tanto a juzgarme a mi misma por lo pobremente que estoy actuando en esta “tarea espiritual de gran valentía” (léase sarcasmo) que en la mitad de mi meditación/ensoñación de hamaca post desayuno, me detengo a mi misma antes de perseguir un juicio más y me pregunto a mi misma, ¿Quién soy Yo?

Observó cómo la mente que planea quiere filtrarse en la indagación y arrastrarme de vuelta con todo lo que tiene que decir. Después de todo, una señorita necesita tener un trabajo si quiere continuar pagando por estos lindos retiros.

Probablemente si hubiera estado teniendo lo que yo considerara pensamientos más interesantes, ni siquiera los cuestionaría, pero últimamente todos mis pensamientos son tan mundanos y superficiales, que ya no estoy muy interesada en estar enredada en ellos, quiero más profundidad, quiero sentir la “magia de estar en retiro”.

Al observar la futilidad de mis pensamientos, me permito jugar con una idea, una idea que en toda justicia podría ser real y que sin embargo espero que no lo sea. Simplemente me estoy tratando de forzar a un pequeño shock, forzando una perspectiva que elucide cómo toda esta actividad mental es una pérdida de tiempo y me está haciendo olvidar el porqué de estar aquí. Así que simplemente me digo: todos estos planes, estas relaciones y estas estructuras a las que te estás apegando, podrían haber colapsado durante el tiempo que has estado aquí, todas estas cosas que llamas “tu realidad” podrían no existir más cuando salgas de este aislamiento.


Ahora, sí hubiera intentado llenar ese colapso imaginario con nuevas posibilidades, hubiera entrado en un nuevo nivel de fantasía e imaginación, o tal vez me hubiera llenado de ansiedad y desesperanza. Sólo al permitirme descansar en el vacío creado por el colapso era posible experimentar la libertad del momento presente y por consiguiente aceptar cualquier posibilidad. Después de todo, me guste o no, en algún momento todo esto va a colapsar, y todo podría comenzar por mi misma o por el mundo que me rodea, pero la realidad es que este mundo nunca cesará de cambiar, y trasformarse y transformarnos, entonces ¿qué mejor momento que el ahora para encontrar paz en este saber?


Uno de los pensamientos de los cuales le gusta visitarme más a menudo, es aquel del fracaso, después de todo, mi ego espiritual está devastado. Aquí estoy, en las grandes ligas de retiros de meditación (o al menos eso me gusta pensar) y me paso la mayor parte de mi tiempo teniendo neuróticas conversaciones imaginarias con el hombre que cocina nuestra comida (realmente preferiría no tener que volver a desayunar quinoa y comerme una chilaquiles mejor), fantaseando acerca de una vida que en el fondo sé que no deseo, o alguna otra cosa que definitivamente no es parte de ninguna práctica espiritual prescrita.

¿Que sí medito? Claro, pero puesto que no tengo reloj, no tengo idea si las meditaciones duran 5 minutos o más. ¿Que sí práctico Hatha yoga? También lo intento, y aunque conforme pasan los días noto como me pongo más fuerte, cada vez que siento los muy estrechos límites de mi cuerpo y mi voluntad, me siento extremadamente frustrada y entro directamente en modo juicio, ya sea hacia misma o a cualquier otra persona que represente la tendencia opuesta: fuerte y voluntariosa.

Parece ser que a nivel inconsciente he estado jugando el juego favorito de toda comunidad espiritual, el juego llamado “Soy más espiritual que tú”. Pero ¿de qué otra forma podría sentirme bien acerca de mi misma si no es juzgando y menospreciando a los demás? Eso es algo que aún tengo que averiguar.


Un día le escribo una carta a mi maestro y cuando llega su respuesta de vuelta se vuelve claro que tengo que participar en una nueva versión del juego original. ¿El nombre de este juego? “Ámate a ti misma”. Sin embargo este es el juego que me asusta más de todos, aquel que considero imposible, aquel que parece carecer de toda base en la realidad, que parece sólo una fabricación loca de aquel o aquella que se puede amar a sí mism@, porque merecen ese amor. ¿Pero yo? Sin duda alguna voy a perder. Al menos con el juego “¿Quién soy yo?” Había tenido un entrenamiento formal. ¿Pero esto? Esto era sencillamente una locura.


Y a pesar de todo, esto es todo lo que mi Corazón realmente quiere, sentir ese amor y adoración que siempre he estado proyectando hacia afuera, verse reflejado en mi misma. Llegar al reconocimiento de quien soy realmente, a través de un acto de auto amor.

Cada retiro somos recordados que “Los amantes del amor son amados a través de su amor”, así que más allá del éxito o del fracaso, jugaré este juego.


La siguiente semana recibo aún otra carta de mi maestro Sahaja, conteniendo el recordatorio más hermoso; “Tu Corazón es amor incondicional”, leía su mensaje.

Gracias a esta frase entendí que no era realmente yo quien iba a amarme, yo simplemente tenía que permitirme volverme transparente al amor que ya estaba ahí, y que siempre había estado ahí, en este sagrado Corazón que irradia amor incondicional. Todo lo que tenía que hacer era relajarme y aceptar, permitiendo que el Corazón lo sostuviera todo en amor.

En ese momento, la aceptación era la única carta que se me había dado para jugar. No se trataba de cambiar, ni suprimir, ni mejorar, simplemente era cuestión de aceptarme a mi misma, cómo era y como soy, exactamente donde estaba en mi propio camino; flojera incluida, juicios incluidos, comparaciones incluidas, terrible meditaciones incluidas, y todas las imperfecciones de mi pasado y las incertidumbres de mi futuro también.

Absolutamente todo, sosteniéndolo en aceptación, permitiendo que el Corazón irradiara su amor con claridad, a través de la pausa de la mente que quiere emitir un juicio, o la mente que espera que las cosas sean de una manera determinada.


Cada día este sentimiento de fracaso volvía a aparecer, sentía que le estaba fallando a Dios al olvidarlo constantemente, pero también comencé a aceptar eso tanto como podía. Todos los sentimientos estaban y están aún ahí, y sin embargo su fuerza sobre mi se había vuelto menor.


Tener que aceptar todas mis limitaciones, todos mis condicionamientos, todas mis fealdades y aún amarme a mi misma. Desde la perspectiva de Ximena no podía existir nada más difícil, puesto que el amor a uno mismo parecía como el lujo de aquellos que son perfectos. Pero el toque silencioso de la aceptación, silencioso siendo la palabra clave, trajo sanación y liberación , y en todo esto algo comenzó a revelarse; ese amor que está grabado en todo mi Ser, y en el Ser de cada uno de nosotros, ese Corazón de amor incondicional del que Sahaja me había escrito en su carta.


Muchas veces el nombre del juego volvió a cambiar, revelándose como lo que era, simplemente un juego. Cada día era diferente, cada momento un nuevo sabor. A veces me tenía que reír al darme cuenta de cuánto tiempo había estado perdida en locas fabricaciones mentales sin un solo momento de auto consciencia, otras veces me solté a llorar recordando memorias en las cuales había herido a alguien debido a mis propias contradicciones, limitaciones y condicionamiento, a veces lloré también ante el reconocimiento del amor que he recibido y todas las bendiciones que han estado siempre ahí.

A pesar de todo lo que parecía difícil al nivel de la mente, el tener la oportunidad de estar conmigo misma, sin distracciones, sin interacciones o nada que hacer, me dio la oportunidad de conocerme de formas que nunca me había atrevido o había tenido la oportunidad de hacer. Encontré marcas en mi cuerpo que nunca supe que existían, vi con toda claridad mis tendencias controladoras, llevé un registro diligente de mis movimientos digestivos y muchas cosas más.


El constante sentimiento de fracaso también me enseñó a ir más allá de mis propias expectativas y a tratar de ver lo que cada momento tenía que ofrecer. Aún cuando mis meditaciones no se sentían suficientemente profundas, me tomé el tiempo de realmente tratar de experimentar y comprender lo que estaba tratando de hacer. Y tal vez fui yo quien lo vio, o tal vez fui forzada a verlo, pero de pronto la magia de la vida se reveló como una sola cosa: sencillez.


Conforme se acercaba el final, comencé a sentir cierta impaciencia de que concluyera el retiro, de saber lo que sería estar de vuelta en el mundo, de saber cuál de todos mis planes (los cuales había elaborado hasta el plan F) daría sus frutos en el mundo real.

Cualquiera de ustedes, que estaban al tanto de la situación mundial, me hubieran aconsejado mejor no soñar con nada de eso. Pero a la vez cualquier maestro espiritual lo hubiera hecho también sin importar las circunstancias exteriores, recordando que cualquier pensamiento, aún lo buenos, no son más que velos ante la realidad de sostiene todo en su lugar, todo el tiempo.


El día 48 del retiro, mientras salía de mi cuarto para ir a mirar al amanecer, vi una nota junto a la puerta. Decía algo así: “Como algunos de ustedes habrán escuchado antes de entrar en el retiro, hay un nuevo virus que se ha estado esparciendo rápidamente por el mundo...” no todos los detalles estaban ahí, pero gentilmente estábamos siendo advertidos acerca de regresar a un mundo que no era exactamente cómo lo habíamos dejado.

El día siguiente mientras íbamos en la camioneta de vuelta al pueblo, nos hicieron conscientes de la severidad de la situación. Escuchamos acerca de las fronteras y las escuelas cerrando, y acerca de toda la gente que estaba muriendo por este virus. Todos comenzamos a reír en la camioneta, y no porque la situación fuera realmente chistosa, sino porque cada uno de nosotros estaba siendo forzado a la aceptación y la entrega. No había nada que hacer más que fluir con lo que el mundo tenía que ofrecernos, más que aprender a navegar un mundo que tenía sus propios planes.


Me pareció chistoso recordar el hecho de que mi “predicción” de un mundo que colapsaba se había vuelto realidad. Sentí como la futilidad de todas las horas que había paseado planeando me daba una ligera cachetada.


Aún al salir del retiro, el sentimiento de fracaso seguía presente, en “Ximena contra el Retiro de 49 días en silencio”, Ximena había perdido. ¿Pero qué clase de pesar podía quedar de una derrota que contenía la posibilidad de entregar la idea de quien creó que soy? Sólo libertad, sólo paz, sólo gozo.

Los días pasaron y de pronto pude ver el retiro como el proceso y la totalidad, ahora por fin era un Retiro de 49 días, y pude apreciar el valor de todo lo vivido.


Cómo había deseado salir radiante como un ángel, viéndome más conectada que nunca. Cómo hubiera deseado mi ego el poder darse más importancia a raíz de esta experiencia. Pero en ese sentido, afortunadamente tenía mi fracaso. De haber considerado mi actuación en el retiro un éxito, entonces hubiera solidificado la idea de que el amor propio se construye en el éxito y el reconocimiento.


Conforme la experiencia se vio completada y volví a la “vida normal”, me di cuenta de que no había manera alguna de que hubiera podido realmente fracasar en el retiro, puesto que la experiencia me estaba enseñando exactamente lo que tenía que aprender en ese preciso momento, más allá de si era una enseñanza que yo considerara suficientemente sofisticada, disfrutable o para la que me sintiera lista.


Ha pasado más de una semana desde que el retiro concluyó, y todas esas pequeñas cosas que aprendí en esos días de soledad parecen más relevantes que nunca.

Actualmente el nombre del juego parece ser “Quédate en casa”, pero dentro de ese juego se despliegan un montón de otros juegos. Tal vez el más importante de todos ellos es el reconocimiento del juego en sí mismo, invitándonos a relajarnos y soltar toda seriedad, sin por eso sabotearnos a nosotros mismos y perder a propósito. Tal vez el juego “No tengo idea de que vaya a pasar” sería otro juego aconsejable.

Lo que puedo decir de mi propia experiencia, es que realmente me estoy permitiendo sentir esta incertidumbre y que hago mi mejor esfuerzo por fluir con lo que mi realidad interior y el mundo tienen que ofrecer en cualquier momento dado.

Confianza, amor propio y sencillez. Esta tríada guiará el camino, sea lo que sea que tenga que venir.


 
 
 

Comentarios


©2020 by My Site. Proudly created with Wix.com

bottom of page